Mi verano con chaqueta
Recuerdo que, hace no mucho, en cuanto acabábamos las clases, viajábamos a un pueblito de la costa de Portugal para empezar las vacaciones. Recuerdo mi enfado, las primeras veces, y las últimas también, al bajar del coche y sentir el frío viento procedente del Atlántico. La bienvenida mas bien se tornaba en bofetada. Odiaba la sensación de humedad y el frío que me daba escalofríos. Y lo odiaba porque mi máxima para esa semana en la playa era estrenar bikini y disfrutar del sol y del calor mientras las gotitas de agua con sal salpicaban mi cara. Dar un paseo por la playa con sudadera puesta me ponía de muy mal humor. Mucho más intentar tomar el sol con el viento gélido revolviéndome el pelo y el paravento cayéndose cada dos por tres. Toda una odisea.